Se estima que una inmensa mayoría, alrededor, del 80%, de la población tiene miedo al dentista. De todos ellos, aproximadamente el 15% padece una verdadera fobia, un miedo irracional e incontrolable. En el caso de los más pequeños, esta situación puede llegar a ser más grave. Por eso, nos gustaría aprovechar estas líneas para explicaros cómo superar el miedo al dentista en niños.
En ORALVIC somos un centro con amplia experiencia y trayectoria en odontopediatría. Nos especializamos en el mejor tratamiento para los más pequeños de la casa, desde la erupción de los dientes temporales. Por eso, nos gustaría ofrecer unas recomendaciones a los padres para evitar que el miedo a acudir a consulta pueda agravarse y convertirse en un verdadero problema.
Gracias a todos los años que llevamos en este campo, hemos podido comprobar que una de las rutinas que ayudan a superar el miedo al dentista en niños es conseguir una relación natural entre los pequeños y los profesionales. A partir de la aparición del primer diente, si se realizan visitas periódicas (cada seis meses), el odontólogo no será alguien desconocido, como tampoco lo será la cínica. Se evitará ese miedo a lo desconocido.
Los padres cuentan también con una gran parte de la responsabilidad. Unos padres que acudan habitualmente a revisión serán un ejemplo para sus hijos. Si no muestras miedo, si colaboras con el profesional y le explicas a tus hijos que no te duele nada, estos lo aceptarán de una forma más rápida y natural.
Por lo tanto, es primordial que los pequeños vean al odontólogo, la clínica y el instrumental como algo normal. En este sentido, contar con personal especializado en odontopediatría es básico, incluso disponer de juegos, vídeos o música para entretenerlos.
Además, en nuestra experiencia también hemos podido comprobar que una actitud positiva antes, durante y después de la visita es básico para que se pueda superar el miedo al dentista en niños. Es muy importante que sepan dónde van y a qué, que no sea una sorpresa, sino que sean conscientes de la realidad. En último lugar, frases que creemos tranquilizadoras como “no te va a hacer daño” son contraproducentes en muchas ocasiones.